ESTUDIANTES AUTÓNOMOS

ESTUDIANTES AUTÓNOMOS
Y estudiantes dependientes... o heterónomos

Guatemala, julio de 2006

Desde que empecé la pintoresca profesión de ser estudiante en los años cincuenta, he compartido mi vida en las aulas con muchas personas. Unas muy gratas y otras ingratas.

Unos estudiantes ven mucho más que sólo puntos en cada actividad; para los que su vida y el mundo es un libro abierto; los que estudian sin la presión de maestros autoritarios. Estos son los estudiantes autónomos. Para quienes aprender es un acto de libertad, motivo de gozo, de alegría, de satisfacción. Son estudiantes privilegiados, que van enriqueciendo la vida en su comunión constante con Dios y el Universo, por medio del estudio y la contemplación.

En cambio, he estado junto a estudiantes dependientes, efímeros; para quienes aprender es un acto aburrido, sacrificado, tormentoso; condicionado a los puntos que valen las tareas. Los que no rinden sin la presión o castigo de los maestros. Son los que tienen un doble valor en el tiempo, sacrificado dentro de las aulas y dichoso cuando no se hace nada ni se piensa.

El valor de la Autonomía es parte de la Ética de las Profesiones, junto a los principios de la Beneficencia, Justicia y No Maleficencia. La autonomía es el actuar libre, por iniciativa propia para hacer el bien y evitar el mal. A. Hortal y A. Cortina.

El estudiante autónomo es noble y admirable porque estudia y aprende como parte de su práctica de la libertad (Paulo Freire). El que comprende que el aprender es por su bien y de ninguna manera por su mal. El estudiante autónomo se acerca a cualquier persona, libro o lugar que le enseña algo, sin tener de por medio su valor en puntos.

En cambio el estudiante dependiente siente sacrificarse para estudiar, porque no tiene sentido de cómo ser más persona. Es ciego, sordo o insensible a la inmensa riqueza que presenta el universo.

Es dependiente porque espera la llamada de atención de sus maestros para estudiar o comportarse adecuadamente. El consejo es rechazado, la invitación al conocimiento es aburrida. La frivolidad y la estupidez y más atractiva. Para ellos el estudio es un acto de resistencia, donde evidencia su necedad.

Buscan aprobar los cursos a como dé lugar, con trampas, copias, chivos, alegando, regateando por los puntos, descalificando al profesor exigente. Los que molestan, se distraen, faltan o no hacen sus tareas. Pero cuando se les llama la atención, se hacen las víctimas, inventan mil excusas, se quejan a los Derechos Humanos o piden la renuncia al docente.

Tienen miedo a la libertad como dice Erich Fromm, porque eso le obliga a pensar por si mismo. Prefiere al dictador, al tirano que lo obligue a estudiar. En libertad nunca aprenderían.

Se refugian en el dogmatismo, en el fanatismo, en la repetición disminuida de lo que se le ha enseñado. No son capaces de tener criterios propios; su vida intelectual termina antes de que finalice el periodo de clases. Se refugia en la Ipod, oye música en todo momento, esto le alivia la angustia de pensar

Se esclaviza en las cosas, las drogas, el alcohol, la adrenalina de las emociones fuertes; o en la codependencia sentimental con noviazgos o matrimonios conflictivos. (V. El Cuento de la Media Naranja y Medio Chilacayote, E. C., 2002).

No tiene criterio de ser bueno ni libre. Su aporte a la humanidad es nulo, su vida transcurre de manera insípida. Lamentablemente, ellos se mezclan en las aulas con los buenos estudiantes, contaminando el ambiente educativo.

El estudiante autónomo tiene sentido de vida, sabe como ser más, sin tener que tener más. Su marco de referencia vital es ilimitado. Tiene una riqueza personal que aumenta con cada experiencia de vida. Es inmensamente afortunado y pleno como persona.

Cualquier persona, hombre, mujer, niño o anciano, padre o madre, esposo, persona del campo o la ciudad, puede ser un estudiante autónomo, si su vida es un proceso constante aprendizaje y superación. No importa si está inscrito en la escuela o la universidad, su aula es el universo ilimitado.

El estudiante dependiente siente al buen maestro como a su enemigo; lo evita, lo desperdicia; porque amenaza su fantasía tonta de vida fácil -light-. El maestro es un dolor de cabeza, un injusto, un pelo en la sopa; el que le quita el tiempo para divertirse o para no hacer nada.

Son los que hunden al mundo en la mediocridad, miseria, en la guerra, en el subdesarrollo, en la ignorancia. Son los que provocan los conflictos tontos entre las personas, en las familias y las sociedades. "Las guerras ocurren entre tontos, tontos contra sabios, pero jamás entre sabios".

Que tanto mejoraría mundo si la gente fuese libre para ser más, sin las cadenas de la mediocridad. Si los miles de estudiantes que van a las escuelas y universidades, llegasen a sentir gozo ante la oportunidad de ser más.

El estudiante autónomo no necesita regaños ni presiones para rendir. Son los que aportan con su creatividad al bienestar de todos. Da gusto tenerlos en clase. Bienvenidos