ÉTICA POLÍTICA, los electores y las ofertas

 Enrique Campang Chang

Guatemala mayo 2015

En el actual proceso democrático y electoral, los candidatos obtienen el voto en base a las promesas electorales, publicidad o reflexión.  Lo que determinará el resultado del proceso será fríamente el número de votos, sin importar el contexto, las motivaciones y calidades del elector.  El voto racional y meditado vale lo mismo que uno emocional, oportunista o logrado mediante fraude; en su mayoría, en la oferta predomina el interés sectario sobre el bien común. La ética es mencionada, invocada o pasada por alto; pero pocos comprenden realmente su significado.

ÈTICA POLÌTICA:

La ética como herramienta de apoyo para tomar decisiones y acciones importantes, se fundamenta en  sistemas de valores válidos para una población determinada: las Constituciones nacionales, leyes, acuerdos internacionales. La ética requiere de definiciones claras de lo que es bueno y malo, no puede ser relativa ni subjetiva; se diferencia de la moral que se apoya en la tradición, la cultura o religión en un espacio y tiempo determinado; la moral puede ser relativa o arbitraria.  En unos casos la ética y la moral coinciden y en otros no, como en el manejo de la sexualidad y la diversidad cultural, entre lo correcto e incorrecto en las costumbres y creencias.

La ética política  corresponde a la ética pública de mínimos que se apoya en los principios de justicia y no maleficencia (no causar daño), es la ética hacia los demás, que incluye la cívica, tributaria, empresarial, profesional, social, ambiental,  sexual y familiar. La política como expresión social  es un contrato entre partes, entre el elector –pueblo- y el político. Los valores relacionados son los del bien común, verdad, transparencia, justicia, probidad, imparcialidad, servicio, fidelidad y disciplina al valor de la ley y la palabra.

El elector por medio de su voto, otorgado en base a las promesas electorales, tiene el derecho de exigir al candidato electo el cumplimiento de la promesa que hizo durante la campaña. Si el candidato llega al poder por medio de la promesa, DEBE CUMPLIR, de no hacerlo se cae en responsabilidades éticas de fraude, engaño, estafa, si realiza la promesa sin la intención, capacidad ni seguridad  de cumplir. La sanción puede ser legal, moral o social.

La política  incurre a violaciones éticas cuando el elector y el político son no responsables y conscientes del voto que emite, que no lo hace por el bien del país,   mediando oportunismo, regalos, engaños, o castigos en contra de algún candidato sin estar a favor de nada, ni se apoyan en valores superiores.

El político, por su parte, debe ser consecuente con sus promesas que le permiten ser electo para un cargo. Si engaña o no tiene la voluntad de cumplir con lo ofrecido, si no responde a la voluntad del elector se expone a una demanda por sus actos o en lo extremo al reclamo público en las calles y destitución; en unos casos dan paso a guerras civiles.

La ética política no se limita a los formalismos legales; para que sea efectiva demanda honestidad,  madurez, preparación y valores (Ética de máximos = principio de beneficencia + autonomía)  que deben tener buena preparación para los cargos y autonomía –saber usar la libertad con sentido de bien-; ideas claras y operativas para implementar el valor del bien común.

Es difícil determinar las intenciones reales en la mente del político, su solvencia moral y emocional; es una de las grandes limitaciones de este planteamiento; que depende de los mecanismos de la justicia y de la cultura para que haya paz o no. La justicia corrompida o débil da paso a la impunidad; sin que sea un disuasorio efectivo contra la repetición de las malas costumbres políticas.

El político al llegar al poder, maneja los recursos del pueblo y  debe cumplir con la ética tributaria que es el uso de los impuestos recaudados hacia el bien común, con efecto subsidiario a los necesitados. El impuesto es un deber moral de ayudar a los servicios de salud, educación, infraestructura, seguridad  para beneficio colectivo.  El desvío deliberado de los impuestos o la evasión fiscal con fines de enriquecimiento personal es una falta a la ética tributaria. Tanto el funcionario de hace mal uso de los impuestos,  como el empresario que los evade cometen falta.

En la oferta política electoral, manifestada en los partidos y comités cívicos, se presenta una serie de matices  interesantes y curiosos, estas son.

1- LA OFERTA INCLUSIVA, UNIVERSAL: representa una oferta a toda la población, inspirada en valores del bien común; en que se busca la armonía entre los ciudadanos; en una relación en que todos los ciudadanos de buena voluntad, honestos, trabajadores ganan.  La normativa es el respeto a las leyes; lo que va junto al respeto de los Derechos Humanos.  Es una oferta basada en una realidad universal y nacional; que debería incluir una visión realista de su potencial y limitaciones,

Se basa en soluciones imparciales, que distribuye los derechos, obligaciones, beneficios y costos de manera justa, sin imponer arbitrariedades de un grupo en contra de  otro. El elector que vota por este tipo de opción, es consciente de su decisión, reflexivo; con un concepto adecuado del prójimo y la comunidad

La oferta nacional incluyente  es la única que puede aportar a la paz social y la más difícil estructurar en sociedades  polarizadas y heterogéneas, con visiones a corto plazo. Requiere honestidad, inteligencia, capacidad y madurez política, además de un equipo de gobierno competente, disciplinado y confiable e incorrupto. 

2-  LA OFERTA IDEOLÓGICA DE PARTIDO: esta oferta empieza a ser excluyente; que se basa en las ventajas de un sistema –Izquierda, derecha-, pero que oculta sus debilidades. Es la oferta de una clase social que busca imponerse a otra, donde unos ganan y otros pierden. Los compromisos políticos y económicos causan división en el país. Su visión es parcializada.

3-  LA OFERTA POR VENTAJAS O  INTERESES ECONÓMICOS- CLIENTELAR- .  En la medida que se desciende de la calidad de la oferta electoral, el partido y el elector van buscando intereses que se apartan del nacional y del ideológico.  Es una oferta  oportunista;  y con alto riesgo de corrupción.  Es el partido  y elector que busca un trabajo o un socio económico por medio del  Estado.  Esta oferta  se aparta marcadamente del espíritu  de un proceso democrático.  Cuando las elecciones buscan trabajos, intereses monetarios o beneficios personales. A los finan-cistas de partido no siempre les interesa el bien común ni la ideología, sino la opción más rentable; y el elector solo vela por sus intereses personales.

4-    OFERTA DEMAGÓGICA, OPORTUNISTA, CON AGENDA OCULTA, CORRUPTA, INMORAL, ILEGAL O CRIMINAL En la oferta pública se puede ofrecer de todo, cualquier cosa, promesas fantásticas, de empleo, obras, hasta  los más nobles ideales, con programas y candidatos que sólo sirven de fachada a las agendas ocultas que van de lo oportunista, corrupto, inmoral a lo ilegal. Es la usurpación del sistema democrático hacia fines opuestos al bien común.  Cuando se llega al poder engañando al elector. Se le da mucha importancia en los efectos espectaculares, mítines, vulgar saturación publicitaria, asesores de imagen. Su objetivo es tomar el botín económico del Estado. La ética desaparece en estas ofertas.

5- DEL CAUDILLO, HÉROE, LÍDER, FIGURA DESTACADA O MANIPULADA: la que viene de un personaje destacado en su comunidad, profesión, por hazañas militares, empresariales, artes, deporte o entretenimiento;  los atributos no siempre son fáciles de endosar a su desempeño en el gobierno.

En unos casos las roscas de poder como financistas, empresarios, ejército, transnacionales o mafias criminales, seleccionan e impulsan a una persona con buena imagen pública pero débil, lo anulan  y toman el control real del gobierno  que es manipulado por los poderes detrás del trono.  Estas dos últimas ofertas pueden encaminarse hacia dictaduras.

Es un secreto a voces que hasta el presidente de los Estados Unidos y de otros países, son subalternos de los grandes grupos de poder como las corporaciones, bancos, los cabilderos o lobbys, petroleras,  dinosaurios políticos y señores feudales. Su margen de acción se ve limitado por intereses ocultos  ajenos a la verdadera intención del voto popular

El atractivo por el líder-cacique, violento, mitológico, casi sobrenatural, no puede ser subestimado; y cuando se conjuga con un proceso electoral, los riesgos son altos.  Erich Fromm  menciona en su libro “El corazón del hombre (1964)” sobre "el riesgo cuando un  hombre –o mujer- ordinario asumen poderes extraordinarios"    Así el cacique, el caudillo o héroe, encarna el deseo de una parte de la población, por un  líder fuerte carismático,  y decidido –Hitler, Mussolini, Franco de España, Ubico en Guatemala-. El miedo a la libertad (Fromm, 1941), de los pueblos sumisos, sin conciencia, que renuncian a la libertad por el deseo de la mano fuerte del dictador, que sea cruel con los enemigos y que otros tomen las decisiones por ellos, es la característica deseada en unos  con modelos políticos conflictivos.   

La oferta política ideal aún está pendiente de lograrse; las imperfecciones morales y emocionales del político y el elector, que pueden hacer que una estructura legal y formal colapse. Son temas tabú o evadidos en los debates; ninguna oferta política admite sus defectos.

                Entonces, ante la oferta electoral, el elector, según su conciencia y educación cívica puede depositar su voto por:

>Una opción universal, nacional, para el bienestar de todo el país, incluyente y racional. Voto maduro y meditado.

>Por su conciencia ideológica; su voto ya es parcializado y excluyente.
 

>De conveniencia,  buscando empleo, ventajas, oportunista; busca beneficio personal.

>Por  una dinastía política o familiar, filiación étnica, religiosa, por el cacique o caudillo.

>Voto deliberado por una opción corrupta, egoísta, parcializada, criminal con agenda oculta y conciencia de mal

>Voto sin conciencia seria, simple simpatía o que “le cae bien”, indeciso; de castigo o de premio, reactivo, al azar, irresponsable; en unos casos numeroso, que puede influir en los resultados.

Se puede presumir que la primera opción es minoritaria o inexistente en Guatemala; la segunda –la ideológica-, en la actualidad es débil ante la poca educación política de la población y el descrédito de los sistemas tradicionales –derecha o izquierda-;  o se usa como fachada ante la fuerza de las últimas.

Con la ausencia de alguna de estas opciones en el panorama político del momento, se puede dar  el abstencionismo consciente, de protesta, que también puede votar  nulo; o el que no vota ante la falta una posibilidad de beneficios personales.  Es imposible determinar realmente la intención cualitativa del voto, ya que es secreto; y con frecuencia,  las verdaderas intenciones de los partidos y electores  permanecen  en el misterio o no se admiten (Axiologías ocultas).

En muchos procesos electorales hay intereses fácticos poderosos o criminales que no están dispuestos a negociar ni ceder sus privilegios  con un cambio de gobierno y hacen todo lo posible para limitar el campo de acción de los elegidos. 

Lenin  (1919)  desconfiaba de la democracia multi partidista señalando que la burguesía no estaba dispuesta a renunciar a sus privilegios por la vía pacífica, por eso proclama la lucha de clases, la revolución y la dictadura del proletariado. Esta postura tampoco es la solución por ser excluyente; pero refleja la realidad de muchas partes, que ven la vía violenta y revolucionaria como única alternativa ante la oposición represiva y criminal a los cambios de los dictadores, fascistas, criminales y corruptos que se aferran al poder

La calidad del proceso democrático depende tanto de la conciencia del elector, como de la   capacidad y honestidad del equipo,   en la oferta de los partidos y comités cívicos.  La oferta inclusiva universal casi siempre está ausente en la boleta o es ahogada por los intereses excluyentes.

El problema se genera en la educación y la cultura orientada al éxito económico, al tener más dinero, sobre los valores y el amor al prójimo.  Hay una especie de “machismo político y económico” arrogante, abusivo, prepotente, sin valores,  poco inteligente, infiel al pueblo, inescrupuloso, infantil, aún primitivo, que contamina la acción política, sobre los valores superiores del servicio y el bien común; se necesitan DAMAS Y CABALLEROS, entre los políticos,  empresarios-, que respeten las normas, preparados, honestos, conscientes del bien común; que aporten al sistema en vez de aprovecharse de él.. Hoy hay un  proceso desnaturalizado donde el que llega al poder es el más audaz e inmoral sobre el capaz y honesto.