Guatemala, enero de 2015
El tema de dios es importante Ya que ejerce su influencia en las voluntades de millones de personas, maneja recursos considerables para el bien o el mal; en el pasado, presente y futuro;
muchos conflictos son atribuibles a una
u otra interpretación de la cuestión de Dios;
es tema de infinidad de películas.
Se le invoca para cometer crímenes, sólo vean las noticias, París, Alemania, Irak, Nigeria, Sydney Australia, Pakistán, Medio
Oriente.
En
estos momentos muchos por amor a Dios
están cuidando a enfermos de Ébola, protegiendo la vida, atendiendo a refugiados, haciendo el bien, ayudando al que sufre a curar enfermedades,
educando o cuidando la naturaleza;…pero a su vez, también están ocurriendo
acciones criminales barbáricas en nombre
de tal o cual dios. Se están disparando
armas, detonando bombas, cometiendo crímenes de odio en su nombre ¿De que
dios están hablando?
Para aclarar esta cuestión, me coloco en un debate
imaginario entre gigantes, al padre del psicoanálisis Sigmund Freud en Tótem y Tabú 1913, El Porvenir de una
ilusión, 1920 y “Moisés y la religión monoteísta”, 1939; al filósofo y teólogo Xavier Zubiri en “Naturaleza, Historia, Dios” (1974) , -páginas 187 a 222- ; al físico teórico Stephen Hawking
en “Historia
del Tiempo: Del Big Bang a los
Agujeros Negros” 1987;
y
el jesuita Carlos Domínguez
Morano en el Psicoanálisis freudiano de la religión (1991).
La
idea de Dios que conocemos se ubica y limita
dentro de las facultades intelectuales de los humanos y en el planeta
Tierra. El asombro, el temor, agradecimiento o maldición, lo bueno o malo de
cada persona se canaliza a la idea de lo sobrenatural, los dioses, demonios, espíritus,
antepasados o héroes.
Al
plantear la cuestión de Dios, entra el
todo del universo que rebasa la
comprensión humana; mucho antes se dio algo,
imposible de conocer en su totalidad; las dimensiones del universo, la
complejidad desde las partículas atómicas a la dinámica de la vida, cómo se
llega al ADN, el diseño de los seres
vivos y su capacidad mental.
El complejísimo proceso de ordenamiento de las partículas
subatómicas hasta el ADN en cada planta,
insecto, animal, el ser humano y su cerebro debería causar constante asombro, evocando a San Agustín; sería
de esperar este que fuera el estado
natural del ser humano, de éxtasis, que lo lleva a la adoración de lo divino;
sin embargo la penosa realidad es que muchos
son totalmente profanos, indiferentes, pasivos u hostiles con lo creado; ni se
interesan en comprenderla.
La
astronomía, física, química y biología demuestran en parte de los misterios de
la creación que se dieron mucho antes de los humanos; esos misterios permanecen
y seguramente los tendrán los extra
terrestres en otros tiempos o lugares.
El
modelo del ADN es de lo más eficiente, por decirlo industrialmente, que funciona desde hace millones de años, y ha generado toda la
diversidad de vida en cuanto a calidad y volumen. ¿Como se hizo? Nadie lo sabe,
es un misterio; en esto estarían de acuerdo los científicos, religiosos y ateos
honestos.
Dentro
del aislamiento de la vida terrestre en el cosmos, cabe la posibilidad y la
pregunta ¿si existiera la vida en otros planetas tendría el mismo modelo basado
en el ADN? O si desarrollan otro sistema diferente. ¿Cómo se alimentan, reproducen o piensan? ¿Tendrían otras leyes físicas a las descubiertas por
Newton o Einstein?
Unos
científicos creen poder dar todas las respuestas, determinar la fecha del inicio del universo y sus
dimensiones a la “partícula de Dios” o bosón de Higgs; o las pretensiones del
ateísmo científico soviético y luego Hawking de demostrar la inexistencia de
Dios por medio de la ciencia.
Posiblemente
en otras partes, en otros mundos y grupos con pensamiento, ya se han planteado la cuestión de Dios, se ha
interpretado y configurado dentro de su propio contexto; con algún modelo organizado, religioso o
político. ¿Cómo interpretarán la cuestión de Dios en otro mundo? Nadie puede
afirmarlo todavía.
Todo
lo hecho y pensado por los humanos acerca de Dios es aproximación de
generalización limitada; la historia de los últimos milenios registra intentos de interpretar lo divino; desde los dioses
shamánicos, mayas, griegos, romanos, hindúes, etc.; aun en el presente,
dentro de las mismas religiones existen múltiples interpretaciones que chocan.
Freud
considera que la religiosidad es una función psíquica relacionada con la necesidad de vincularse a las estructuras de autoridad, el padre,
la cultura o el súper yo; o como respuesta neurótica a deseos reprimidos,
necesidad de protección, desahogo e ilusión.
Unos
toman rumbos mágicos y supersticiosos, señalan a dios como responsable de la
buena o mala suerte; de las enfermedades y calamidades. Se le piden favores que
esperan obtener a cambio de oro, dinero,
ritos elaborados, ofrendas, sacrificios o templos. Invocan a dios para vencer a los
enemigos, ganar la guerra, castigar a
los que se burlan de él, para
anotar un gol, para llegar al poder,
sacarse la lotería o encontrar el amor
deseado.
Por
otro lado, la temeridad en afirmar cosas sobre Dios es producto de pasiones o intereses
particulares; producen un dios con todas las debilidades, pasiones e imperfecciones de los humanos, como en la mitología.
Así
como muchas especies se han extinguido, la humana puede tener el mismo destino La
permanencia humana en el planeta no está
garantizada; y con ello, su ciencia,
cultura y visión de dios. Vendrán otras
criaturas pensantes desarrollarán sus propios modelos, sin la garantía de sean más avanzados.
Xubiri
como filósofo y teólogo, con sólida
formación científica, cree en Dios como misterio
irresoluble. En unas religiones es irrepresentable en imágenes, difícil de desentrañar dentro de las
limitaciones de la ciencia y el ser humano. Lo que se conoce de Dios o del
todo, siempre será una mínima parte. La
ciencia y las religiones son puentes hacia los misterios; unos se acercan y
otros se desvían.
Hawking
se pregunta ¿que había antes del Big Bang?, dice que el dios, como muchos lo
entienden, no pudo hacer el universo;
Freud se anticipa a la polémica al decir que no cree que sus opiniones
vayan a cambiar la mentalidad de los fieles, ni lo intenta.
REFLEXIÓN: la idea completa
de Dios para los humanos es imposible de resolver; cada persona, grupo, sociedad tendrá su forma
de sentirlo; para unos es matemático, físico, médico arquitecto, rey, faraón líder militar, todopoderoso, masculino, anciano, perteneciente
a una raza, judío, árabe, blanco, negro,
sol, maíz, dollar, que apoya a los capitalistas o comunistas, etc.
En
la idea de Dios unos canalizan las alternativas
con sentido de bien. Establecen normas de conducta que pueden ser
positivas para la convivencia social, la cultura, el arte. Esto si es lo importante. Fomentan el amor al prójimo,
armonía con la naturaleza, la dignidad de las personas. Cristo revoluciona la percepción de Dios, del antiguo omnipotente,
condenatorio, parcial; por el del amor al prójimo, dignidad, compasión y misericordia.
EL DIOS QUE NO ES DIOS. Freud, Hawking, Nietzche, Marx, los ateos y otros, enfocan sus críticas a las ideas del dios primitivo, mágico que no puede ser Dios; critican al dios de la mitología, Zeus, Thor, Ganesh, Kukulkán, los
ídolos de piedra, mármol; el de la tradición popular, con sentido humanizado, parcializado contradictorio
y limitado; en unos casos inventado y manipulado para responder a intereses corruptos, criminales políticos o económicos;
que mantienen
una difícil relación con la ciencia y la ética.
Es
el dios invocado por unos países, predicadores,
corporaciones, políticos, demagogos o terroristas. Ellos con toda la razón, fomentan
el escepticismo sobre la religión.
Sobre lo que no es dios puede haber cierta certeza, por los atributos mágicos, contradictorios, cuando saltan las inconsistencias; cuando piden sacrificios
humanos, actos de crueldad, injusticia; es difícil creer en un dios que mata
niños, envía calamidades, acaba con ejércitos y caricaturistas; en cambio la incertidumbre queda en lo que es como
lo plantea Zubiri. El Dios que puede ser encuentra coincidencias
con los valores nobles, la armonía entre los humanos.
Lo
preocupante es cuando las ideas sobre
dios se detienen en el tiempo, dan por válidos los prejuicios y arbitrariedades
contra la dignidad, obstaculiza la felicidad, que riñe con la ciencia, que es
usurpado por los pueblos pretendidamente elegidos, favorecidos en contra de
otros para oprimirlos. Los que hoy prohíben la educación de la mujer, colocan
bombas en templos, escuelas y mercados y justifican la intolerancia de la diversidad cultural.
La
idea que se propone es para resolver el nudo o dilema de Dios
ante la dimensión real del universo. Esto puede
incomodar a los que quieren imponer un sentido particular o regional de dios como válido para todos. Es conveniente colocar por separado, como
dicen, en otro canasto, lo que es Dios,
de lo que no es; hoy las ideas están entremezcladas, causan mucha confusión y se cometen graves
injusticias.
La
dimensión de Dios se debe salir de las
formas tradicionales de pensamiento de la filosofía, teología, religión y
ciencia con perspectiva humana. Pensar
sobre Dios es atreverse a explorar el universo independientemente de los amarres
y limitaciones del ser humano. Es una libertad de la mente que en muchos
lugares y tiempos aun resulta peligroso.
Es
necesaria la prudencia, honestidad y humildad ante la experiencia divina, el
universo, meditar, reflexionar, compartir, tener tacto de no forzar ni ofender.
Podemos estar equivocados.
El
debate histórico de la razón o sin razón de los mitos, leyendas o tradiciones
de la religión llega a argumentaciones con fuerte
carga emocional difíciles de verificar en su totalidad. Ha pasado mucho tiempo, no hay testigos vivos,
las fuentes y registros no son fiables
que dejan demasiados vacíos para afirmar o refutar alguna creencia en base al pasado lejano; unos investigadores
y religiosos lo toman al grado de
obsesión. Al pasado es conveniente dejarlo tranquilo, conservarlo como
referencia, ver y decidir más hacia el
presente y futuro.
Lo
importante es que conduzcan al bien
común y dignidad de cada persona; que
tenga capacidad de perfeccionar el mundo, marcando distancia con lo
conflictivo. Las tradiciones judaica, cristiana, musulmana, budista u otras son
válidas en cuanto aporten al proceso civilizador.
El
dilema se puede resolver aplicando el discernimiento
ético en la valoración de la tradición; y se dan varias situaciones:
1- Aplicar estrictamente la versión dogmática del pasado inflexible aunque provoque el mal,
injusticias, conductas y ritos
esclavizantes, contradicciones,
con resultados ambiguos, en parte buenos y en parte malos. Imposición forzada,
condenatoria, contra la libertad y la dignidad de las personas
2- Romper totalmente con el pasado para establecer un modelo nuevo, sin tradición en
el sentido racional, ateo, científico Descartando cualquier relación espiritual o
sagrada. Negación de la trascendencia humana.
3- Seleccionar con discernimiento lo bueno de lo
malo del pasado; dejando lo que aporte a la buena convivencia moral,
manteniendo la distancia con los aspectos controvertidos, con un margen de tolerancia, flexibilidad,
compasión y empatía con las personas en el presente. Respetando la libertad de
escoger y diseñar un sistema de fe en
comunión con las personas de buena
voluntad.
Todos
cometemos errores por inmadurez, ingenuidad sin mala intención; esto es
corregible; no nos podemos conformar con visiones ancladas en errores del pasado y repetirlos sin sentido crítico.
Creo que ha de llegar el tiempo en el
futuro, en que las contradicciones entre tradición religiosa, la política,
ciencia y ética se superen y estén de acuerdo; pero para que llegue ese
momento falta mucho, mucho tiempo, tinta y dolor; hay ignorancia, la necedad y el fanatismo,
que mantiene fuertes resistencias y
conflictos.
Hay
buenas ideas, están; que se interesen
por ellas y apliquen es otra historia